EL SILENCIO

 

Campo de concentración y tortura «El Silencio», propiedad de la Iglesia Católica en Argentina

Son las 4 de la madrugada y el sol todavía no ha salido. Pero el ruido en el ambiente ya se escucha y anuncia que otro día ha comenzado y que pronto los gritos de las torturas y las súplicas por la vida continuarán…como todos los días.

Hombres y mujeres, argentinos, que por sus ideas han sido capturados ilegalmente, secuestrados, torturados, denigrados… desaparecidos o asesinados. Son los residentes especiales de los campos de concentración de la dictadura militar que gobierna en Argentina.

Pero este día es especial en el campo de concentración llamado “El Silencio”. Es sábado. Y los sábados llega a disfrutar de un asado y a dormir la siesta, el cardemal Aramburú.

Y es que “El Silencio” era propiedad de la gran ramera vaticana y fue cedida a la dictadura militar, para colaborar en los secuestros, torturas y asesinatos de los disidentes de “izquierda”… lo que no quitaba que la curia católica de aquellos tiempos siguiera disfrutando de sus instalaciones.

Sí, en los tiempos de la dictadura militar la “iglesia” católica cobijó campos de concentración en sus propiedades e instalaciones. Así lo asegura el escritor Horacio Verbitsky, a quien el mismo Bergoglio (alias Francisco) le entregó copia de los documentos que atestiguaban la “cesión” de las instalaciones religiosas de “El Silencio” a la marina argentina (encargada de la “administración” de los prisioneros).

Todo comienza cuando el representante de la curia le entrega “El Silencio” al arzobispado, éste se la “vende” a monseñor Emilio Grasselli y a dos laicos… y Grasselli la “vende/cede” al grupo de tarea de la marina argentina.

Monseñor Pío Laghi era el representante diplomático del Vaticano ante el gobierno argentino y uno de sus mejores compinches era el almirante Lambruschini, encargado de la eliminación de hombres y mujeres con habilidades especiales, pero contrarios al régimen militar. Y hay pruebas de que Lambruschini consultó con Laghi, la muerte de esos prisioneros ante la inminente visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA. Originalmente los disidentes estaban secuestrados en “El Tigre” y por lo tanto fueron reubicados en “El Silencio” para que no los encontraran y la impunidad continuara.

Verbitsky también presenta casos concretos de la participación vaticana en el genocidio y masacres cometidas por los militares. Como el testimonio del capitán Scilingo, que comprueba que el método de asesinar a los prisioneros políticos arrojándolos al río había sido aprobado por la curia católica y era considerado una “forma cristiana de morir”. Los oficiales que participaban en los asesinatos –pero que tenían escrúpulos- eran persuadidos por los capellanes navales católicos, quienes justificaban con parábolas bíblicas las “separación” del trigo de la cizaña.

Por esto ycomunicacion@pcpe.es por mucho más, es innegable la participación activa y la complicidad de la curia y clero católicos en argentina, con la dictadura militar genocida. Y aunque “el silencio” ha sido muy importante para ellos, ya llegó el tiempo en que la verdad está siendo presentada y el silencio cómplice, terminando.

Fuente:
http://www.elruidodelasnueces.com.ar/?p=17969

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