Funeral en Santiago de Compostela

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El reciente accidente de tren de Santiago me ha recordado una vez más el menosprecio que hacen nuestros políticos a ese 30 % (según el CIS) de ciudadanos que  no se declara católico.

Cuando ocurre una tragedia de este tipo el funeral de este Estado ACONFESIONAL, es católico, ignorando descaradamente a las víctimas que tienen creencias distintas a la católica o que no tienen ninguna. En esos momentos, las condiciones anímicas del entorno familiar no están en situación de exigir nada y de eso se aprovechan los sucesivos gobiernos.

Ya sabemos que la mayoría de nuestros políticos desprecian la aconfesionalidad del Estado, pero no deberían ignorar la diversidad religiosa de este país. Una ceremonia civil donde caben todos sería la propia de una democracia.

 Ya basta de enarbolar la bandera de la Constitución del 78 cuando conviene e ignorarla cuando interesa.

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