“Recriminamos los lazos amarillos pero somos los campeones mundiales del absurdo al nombrar alcaldesas perpetuas con bastón de mando a advocaciones virginales en un claro contrasentido entre las legítimas creencias y la política rastrera”
Soy de la opinión que en los edificios públicos están de sobra los escaparates partidistas o ideológicos, ya sean políticos o de carácter confesional . Un estamento público debe permanecer neutral pese al partido que lo gobierne, para fundamentar la credibilidad de la institución ante toda la ciudadanía y garantizar la pluralidad otorgando que la institución en sí está muy por encima de los tiempos políticos.
Por lo tanto, me parece correcto y adecuado la retirada de los lazos amarillos de las instituciones que representan al conjunto de Cataluña y su ciudadanía . Esa simbología bien se puede exhibir en las sedes de los partidos y otros espacios respetando siempre la libertad de expresión que garantiza nuestra actual Constitución.
Recientemente, el actual titular de la Oficina del Defensor del Pueblo entró de lleno para determinar y clarificar qué tipo de simbología se debe admitir en las instituciones del Estado que nos representan a todos. Es curiosa la férrea determinación de la Junta Electoral Central en el asunto de los lazos amarillos en la Instituciones Catalanas , cuando por el contrario todas las reclamaciones ante la JEC y las Juntas Electorales Provinciales ante la simbología religiosa en centros electorales, son sistemáticamente rechazadas a pesar de tener que votar ante un Crucifijo o la talla de una Virgen.
Así mismo cuando se reclama el principio de Aconfesionalidad del Estado y de sus Instituciones recogido en el artículo 16.3 de nuestra vigente Carta Magna , los poderes del Estado hacen caso omiso y salen por peteneras invocando a la tradición y otras milongas nada constitucionales.
Recriminamos los lazos amarillos pero somos los campeones mundiales del absurdo al nombrar alcaldesas perpetuas con bastón de mando a advocaciones virginales en un claro contrasentido entre las legítimas creencias y la política rastrera que busca el voto fácil a base de esoterismo trufado de panderetas y cascabelillos.
El paralelismo es evidente y el doble rasero también a parte de la hipocresía sistémica que padecemos desde hace tiempo en cuestiones que en nada fortalecen al Estado por la búsqueda de la oportunidad política en el manejo de los tiempos . Cúmplase la Ley y la Constitución …SÍ , pero para todo y para todos.
*Jorge A. García, presidente de Movimiento Hacia Un Estado Laico (MHUEL)