La definición de Apostatar, según la RAE, es: “dicho de una persona, abandonar públicamente su religión”. Son sus sinónimos: abjurar, renegar y retractarse.
En MHUEL hemos propiciado la apostasía colectiva de socias y socios, simpatizantes y personas de nuestro entorno que desean llevar a cabo dicho abandono y les hemos asesorado y acompañado en un camino que no es cómodo. Y seguiremos haciéndolo.
En la diócesis de Zaragoza, para apostatar es necesario enviar una solicitud, la partida de bautismo, y la copia del DNI como primer paso. Después, es necesario firmar ante notario, o ante el secretario-canciller, de manera presencial, que se comprenden y se asumen las consecuencias de nuestro abandono y renuncia a la fe católica. Hecho lo anterior, simplemente anotan en el margen libro correspondiente el abandono. Nada más y nada menos. Un trámite mucho más costoso que el del bautismo, en el que no se nos consulta (somos bebés¡¡) y que nos deja, según la doctrina católica, una marca imborrable, ya que supone abrazar la fe católica, como si una criatura de días o meses supiera algo de marcas imborrables. Pero casi peor es pensar cuál es el motivo mismo del bautismo, que tiene que ver con un supuesto “pecado original”. ¿Pero quién puede pensar que un bebé llega al mundo con nada menos que un pecado? Apostatar es, simplemente, conseguir una anotación en el margen de un libro. Pero es suficiente para las personas que, por diferentes motivos, toman la decisión.
Desde luego, el principal motivo es no querer pertenecer a una ¿institución? ¿asociación? ¿empresa? ¿estado Vaticano? ¿ente? que tiene actitudes misóginas, homófobas, oculta los casos de pederastia y bendice la pobreza mientras hace negocios millonarios con la educación, con la sanidad, y también mediante las inmatriculaciones de bienes que ha puesto a su nombre y que luego vende a precio de mercado. Por supuesto, no paga impuestos y se permite influir en la vida política del país. Siempre a mano derecha.
El hacerlo de manera colectiva nos anima y nos protege. Más de 70 personas lo vamos a hacer y el día 13 de Mayo se hará un acto simbólico frente al arzobispado para visibilizarlo. Nos anima porque es un camino que mucha gente quiere tomar, pero no se puede hacer click en un botón y hacer la solicitud de darse de baja. Ver a otras personas haciendo lo mismo y sentir la compañía de un grupo que piensa parecido anima, claro. Y nos protege, porque para emprender este acto de abandono, y culminarlo, necesitamos un escudo protector. En este país, apostatar es un acto de valentía. Gente cercana nunca sabrá la decisión tomada, y, en un sitio pequeño, es preferible que no se sepa que eres “la apóstata” o “el apóstata” del lugar. No está bien visto.
En MHUEL apoyamos y apoyaremos acompañando y asesorando a todas las personas que deseen apostatar, como acto de dignidad y de libertad de conciencia de cada cual.