Veo las noticias y escucho con estupor que las dos grandes damas de EEUU y España se han reunido hoy para reclamar los derechos de las niñas.
La noticia acababa diciendo que las dos primeras damas han salido de compras. Sin comentarios.
Pretenden hacernos creer que reivindican la igualdad de las mujeres dos de las cuales han renunciado a ser ellas mismas para ser «floreros de sus esposos», que han permitido ir dos pasos por detrás de ellos y que han consentido que se les relegue a asuntos menores como hacer caridad o visitar hospitales.
Resulta incongruente que hagan campaña para escolarizar a las niñas en busca de la igualdad y no cuestionen, en nuestro país, la existencia de colegios que segregan por sexo.
Una de ellas tiene además la contradicción en su propia familia. Si ahora se quedara embarazada de un hijo varón, se impondría por ley como heredero al trono por delante de su hermana mayor.
¿Alguien que consiente esto viene a darnos lecciones de igualdad?
No, gracias. Resuelva primero sus incoherencias.
Nos preguntamos para qué tanto esfuerzo en estudiar en costear una educación y una preparación que permita a las mujeres ser independientes, si a la primera de cambio se tira todo por la borda y las dos distinguidas damas emplean todas sus energías en ser la sombra, dos pasos por detrás, de sus flamantes maridos.
Y por último; ambas dos profesan la religión católica (una parece ser que por convencimiento, la otra por conveniente casamiento) en cualquier caso la Iglesia es una organización misógina que relega a las mujeres a las labores del Hogar, a procrear y atender las necesidades de sus esposos.
Si no pasearan por el mundo como «señoras de» y ambas hubieran continuado con sus brillantes carreras profesionales podrían ser mujeres ejemplares.
Si no fuera porque las hemos visto con mantilla postrase y hacer genuflexión (beso de anillo incluido) ante los Ministros de la Iglesia, sus palabras tendrían algo de credibilidad».
Mientras tanto son palabras huecas.
Empiecen por ahí, señoras mías: den ejemplo
artículo de Asunción Villaverde socia de MHUEL y de Europa Laica