Están empeñados nuestros gobernantes en demostrarnos frecuentemente su total desprecio por las normas de convivencia, convirtiendo la gestión de los hechos públicos en una verbena privada que tiene lugar en su finca particular. Para ello no tienen el menor empacho en utilizar las instituciones y organismos, pagados con dinero de todos, para convertir en realidad sus fines.
Señores que llevan repitiendo la necesidad de reducción del gasto público como eje central de su política económica, utilizan los medios que hemos puesto en sus manos para sus fines personales sin importarles lo mas mínimo el derroche que producen. Cualquier artimaña es válida con tal de alcanzar sus objetivos.
Cuando no se han apagado los ecos de las risas internacionales que ha provocado la concesión de la medalla al merito policial a la virgen del santísimo amor, y por mor de la demanda presentada por Europa Laica, y MHUEL, pidiendo que le sea retirada a la santísima señora la mencionada condecoración, la abogacía del estado ha realizado un ejercicio de equilibrio en barra, y ha presentado un escrito ante la Sala Central de la Audiencia Nacional, solicitando que se declare incompetente la mencionada Sala.
Entendiendo la difícil papeleta que tiene la letrada, choca sobremanera la línea argumental que sigue para requerir la declaración de incompetencia de la sala.
Nos dice en su escrito la abogada del Estado que la Sala no puede entender del asunto pues la virgen no tiene la condición de persona. Totalmente de acuerdo.
Tampoco tiene el ministro, o ministerio, en este caso, la condición de organismo. Discutible.
En base a estas premisas, ahora, a pocos días de la vista oral, se le ocurre una argucia jurídica para dilatar el proceso, y que sea la Sala de lo Contencioso Administrativo de la Audiencia quien dictamine sobre el caso. Claro que podría darse el caso que la Sala de lo CA también se declarara incompetente y hubiera que formar una nueva Sala, que se podría denominar como ¨Sala de los Hechos Divinos¨, para que juzgara la ocurrencia del ministro de ir dando medallas como si se tratara de la violetera repartiendo violetas.
El proceso sería mucho más fácil, si como ha solicitado la Sala al ministerio, se presentara el expediente por el que se le concede la condecoración a la virgen. Debe ser un expediente X porque no aparece. En él tienen que estar señalados los meritos que se atribuyen a la condecorada para hacerla acreedora de la distinción:
Su condición de persona ejemplar ¡caramba que hemos quedado que no es persona!
Los hechos policiales relevantes que ha realizado la condecorada.
El organismo que propone la condecoración ¡se me olvidaba que el ministro no es organismo!
Pobre abogada, me la imagino elucubrando que hacer, para no hacer mucho el ridículo.
¿Y el ministro? Pues a lo suyo. Sus rezos, sus rosarios, su utilización de los medios y servicios públicos para tranquilizar su conciencia, y que interceda la virgen para el perdón de sus pecados. Todo muy loable si lo hiciera al margen de su condición de servidor público, en lugar de hacerlo
sirviéndose de lo público. Quizás el escrito de la abogacía del estado tenga razón y aquí haya un incompetente, que mire al ministro y no a la Sala.
Solo espero que el escrito vaya en papel de celulosa y el magistrado pueda darle el debido uso en sus necesidades diarias.