MOVIMIENTO HACIA UN ESTADO LAICO
El franquismo se agostaba y era tiempo de ilusiones.
Teníamos la ilusión de que el monopolio de formación de conciencias concedido por el general a las órdenes religiosas sería roto por una escuela pública, laica, democrática y gratuita, que fuera un pilar fundamental para la formación de la ciudadanía y la emancipación social.
Teníamos la ilusión de que el catecismo y la religión que, forzosamente, habían presidido nuestra educación, desde infantil a Universidad, pasarían ser una opción elegible por cualquiera en su ámbito privado.
Teníamos la esperanza de que la sexualidad, las relaciones personales y nuestra propia muerte no estuviera sujeta más que a la conciencia sin condicionantes estatales ni religiosos.
Pensábamos que aquellos actos en los que confluían, bajo palio o en estrado, las autoridades civiles, militares y religiosas, habría que buscarlos en las hemerotecas o en los archivos del No-Do.
Pues no. La religión nunca ha desaparecido de la escuela. La educación pública que, con esfuerzo, se ha levantado la están derrumbando entre Wert y Serrat mientras conciertan con las viejas órdenes religiosas y las nuevas sectas. El criterio de los obispos se cuela en el BOE de la mano de ministros que no desentonan con el rancio nacional catolicismo español. Y para San Valero o el Corpus, la Corporación Municipal, con Belloch a la cabeza, participa en un acto confesional. Como Franco.
Tan sólo les falta el palio.
Mantenemos la ilusión sin ser ilusos. Sin reblar. Seguiremos recordándoles que esa Constitución de la que se acuerdan para rescatar bancos dice que “ninguna confesión tendrá carácter estatal”. Por eso te invitamos a que el día de San Valero, a las 10 de la mañana, nos acompañes para decirles, con respeto, pero firmes, que no.
Que al Cesar lo que es del César y adiós muy buenas.
Pedro García Castrillo
Ayer tuve un sueño; soñé que un grupo de amigos nos disfrazábamos de ediles con nuestra banda roja, soñé que nos reuníamos en la Plaza de la Seo, soñé que venía más gente amiga a participar con nosotros, soñé que al pasar el Alcalde y los Concejales en procesión hacia la santa misa oficiada por el arzobispo de Zaragoza, la gente les pitaba y nosotros les coreábamos » Os ha faltado el palo» ,.
Y ya puestos a soñar, soñé que se morían de vergüenza, que se sintieron ridículos y que el año que viene no lo querrán repetir.
Al despertarme hoy, me he dado cuenta que la primera parte no fue un sueño, fue una realidad.
Mañana volveré a soñar para que todo el sueño se cumpla de verdad.