Ante las noticias que últimamente se están sucediendo sobre denuncias de abusos sexuales, acosos, chantajes y pagos de silencio con la curia católica como protagonista, surgen varias reflexiones, que intentan ir más allá de los chistes y los twits ocurrentes.
¿Por qué desde la defensa del laicismo parecen especialmente escandalosas estas noticias?
Porque la Iglesia Católica se ha arrogado el derecho a impartir doctrina a toda la sociedad sobre los principios que deben regir la convivencia humana, e influir directa e indirectamente en las leyes que nos otorgamos, mientras su jerarquía, permite, oculta y protege prácticas delictivas.
Porque financiamos, tanto los que ponen la crucecilla en la declaración de la renta como los que no, con millones de euros a una Institución, para que los utilice sin control ninguno por nuestra parte, y tienen que ser las intrigas internas de la jerarquía de dicha institución las que saquen a la luz, que en algunos casos esos fondos sirven para pagar silencios inculpatorios y casas de placer.
Porque los casos de violaciones, pederastia y abusos sexuales que se producen por parte del clero católico, no se pueden entender fuera de la doctrina sexual de la Iglesia de represión a ultranza, culpabilización del placer sexual, relegación del sexo a fines reproductivos, criminalización de la homosexualidad, y negación de la dignidad de la mujer, cuyo más elevado modelo es la Virgen María, que concibió sin practicar el acto sexual y a su vez fue concebida de igual modo, precepto éste último elevado a dogma de obligada creencia para todo católico y que se celebra, dicho sea de paso, el 8 de diciembre. Que se permite tratar de asesinas a las mujeres que abortan, y lo hace en boca de su máximo dirigente Sr, Bergoglio, de nick Papa Francisco, en el Parlamento Europeo ante parlamentarios elegidos democráticamente, él, representante de un ¿Estado? de corte feudal que ni siquiera ha firmado la Declaración de los Derechos Humanos.
Porque estamos financiando a centros de enseñanza cuyo ideario católico incluye esa doctrina sexual antes referida.
Porque todos tenemos derecho a la presunción de inocencia y a la protección de nuestra intimidad, tanto si pertenecemos al clero católico como si no.
Por todo ello, hoy más que nunca, un Estado verdaderamente laico es necesario. Porque sólo en un Estado Laico, que actúa con independencia del poder religioso puede garantizar que los delitos salgan a la luz, la protección de las víctimas y que los delincuentes sean juzgados y condenados de acuerdo a sus delitos, y no a su pertenencia a la curia católica.