Llega el momento de las loas y las alabanzas, se ha dado la señal de salida y ya tenemos a los aduladores, con toda su carga mediática, cantando los logros del monarca abdicado. Ha debido ser un fin de semana intenso, nos llega esta sorpresa tras la reunión en Copenhague del oscuro club Bilderberg, círculo del que la reina consorte Sofía es miembro destacado desde su fundación.
Es sabido que este peña de privilegiados maneja a su antojo la política internacional, derroca gobiernos, decreta rescates, propone embargos y condiciona la vida de millones de personas, unos 9000 millones aproximadamente. Parece que también cambia reyes. No se andan con chiquitas.
Como queda muy feo que parezca que tu mujer te aparta a un lado para poner a tu hijo, es políticamente más correcto y queda mejor, decir que es una decisión tomada desde el día 5 de enero ¡vaya regalo de cumpleaños! Casualmente se anuncia después de la reunión del club de los ¨trincas¨ y cuando los resultados de la última consulta en las urnas ha deparado unos resultados nada halagüeños para la monarquía. ¡Qué casualidad!
Ahora es el momento de dar lustre al currículo real con la modélica transición, la actuación televisada del 23 F, los 39 años de placidez que nos ha regalado el monarca campechano. De paso, casi de rondón, nos empiezan a colocar los innumerables meritos del sustituto, que de seguir así, pronto pasara a conocerse como Felipe VI El preparado.
¨Los institucionalizados¨ saltan a la arena para defender los derechos del sucesor, como garante de la estabilidad del sistema. Debo reconocer que el término ¨institucionalizados¨ no es mío, lo he cogido de una película (Cadena Perpetua) en la cual el personaje que interpreta Morgan Freeman, se refiere de esta forma a un compañero de cárcel.
El preso (Bogs Diamond), al que da vida Mark Rolston, es puesto en libertad condicional después de haber cumplido 50 años de una condena a cadena perpetua. El hombre tiene pavor a abandonar su celda, su hábitat, el medio en el que ha pasado la mayor parte de su vida. Tiene miedo al mundo exterior, un mundo que le asusta y que desconoce.
El temor a abandonar el ambiente conocido le lleva a intentar delinquir de nuevo para que no le pongan en libertad, y acaba con el suicidio del personaje al enfrentarse a un mundo que por inexplorado le resulta hostil. ¿Tendrán estos temores los habitantes y protegidos de la Calle Génova?
Es la misma posición que están adoptando los antiguos cachorros de Suresnes, hoy convertidos en inquilinos perpetuos de la Carrera de San Jerónimo o en consejeros de compañías eléctricas o en alcaldes, o en asalariados del partido.
Su miedo a la realidad exterior le hace enrocarse en posturas inamovibles, cercanas al dogma, con postulados tan pueriles como vacios.
La abdicación del monarca les obliga, una vez que ven las barbas del vecino pelar, poner las suyas a remojar, en lugar de eso huyen hacia delante en una carrera desbocada argumentando los peligros que nos acechan si se producen cambios significativos en las altas instituciones del país.
Provoca dentera escuchar a José Bono decir que las instituciones deben funcionar en los momentos delicados, que no es el momento de llevar a cabo los cambios. Aunque los cambios se soliciten desde voces que representan a una importante masa de votantes. Para Bono y sus amigos lo urgente nunca deja lugar a lo importante. Sucede que en esta ocasión es más que probable que coincidan lo urgente y lo importante.
Si nos paramos un momento en los resultados de las elecciones europeas, vemos que las formaciones que propugnan un cambio en la modalidad de jefatura del estado, proponiendo convertir España en Republica, sumarian unos 3 millones de votantes en números redondos. Según estos datos las opciones por una monarquía parlamentaria serian mayoritarias, con un toque de atención; siempre y cuando los partidos y políticos partidarios de esta opción representen la voluntad de sus votantes en este asunto.
Entonces ¿Por qué su negativa a un referéndum?
Aunque 39 años tarde, sería lógico escuchar la voz de los ciudadanos en asunto tan importante como es la jefatura del estado, y ya puestos se podría aprovechar la ocasión y abrir un proceso constituyente.
¿Qué temen?
Quizás a que se constate de manera fehaciente que circulan por las antípodas de la población, tal vez temen destapar sus vergüenzas en público, puede ser que al abrir la puerta a la libertad tengan que bajarse del coche oficial y volver al mundo real que tanto les asusta.
Con la edad las personas suelen convertirse en ancianos venerables, estos espantajos se han convertido en viejos soberbios y egoístas.