Lo repetiremos cuantas veces haga falta y en cuantos foros nos den opción. Ahora en relación con la homilía de Sistach el día de la Merced. Definición de Laicidad: Consiste en una ética civil, universalista e independiente de cualquier confesión e ideología. Está abierta a todas las aportaciones culturales, religiosas, filosóficas y científicas que sean capaces de desarrollar una reflexión crítica y comparada, y por lo tanto exige que haya una ciudadanía informada y responsable.
Que la laicidad ofenda a los obispos solo se entiende porque llevan siglos y siglos actuando como niños malcriados. Malcriados por los políticos, que les han consentido intervenir en todos los ámbitos de lo público y ahora que el pensamiento laico se va haciendo su lugar en la sociedad, se niegan a ceder privilegios. Privilegios que proceden, no lo olvidemos, de la firma de unos acuerdos con la Santa Sede firmados y negociados por franquistas en esos convulsos días de 1977.
Los laicos queremos que las personas creyentes paguen el sueldo del clero, como en todos los países que nos rodean, queremos que la iglesia pague sus impuestos como todos los ciudadanos y queremos que el adoctrinamiento se produzca en las parroquias y no en las escuelas. La escuela está para razonar, y no para tener fe. El único argumento para su inmensa presencia es su “labor social”, o sea, la caridad que ejercen porque esta sociedad no es justa. Pues los laicos tampoco queremos caridad, queremos justicia social.
Ahora, en un malabarismo moral asombroso, aceptan que el aborto es un derecho de la mujer. La vicepresidenta habla con el Vaticano y los obispos dicen que no pedirán que sus creyentes dejen de votar al PP por este motivo. ¿A cambio de un 0,8% del IRPF, de un 0,9, de más privilegios?